sábado, 9 de mayo de 2015

Vidas Secretas Cap. 13 Final

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen son de S. Meyer y la historia es de Lucy Monroe yo solo la adapte para su disfrute.

Capítulo 13


No pudo soportar oír a su altanero esposo griego rogándole de aquella forma.
Atravesó la habitación corriendo y lo abrazó por la espalda, aferrándose él con los brazos como garfios. El bebé se movió y dio unas patadas. Seguramente él también lo sintió, porque un estremecimiento lo recorrió de arriba abajo.
-No te odio -lo besó con fervor-, te amo -susurró fieramente contra su piel-. Siento haber expresado mi amor tan mal que no me crees. Se supone que el amor tiene que ser generoso, pero he estado demasiado ocupada protegiéndome.
-No, yineka mou -dijo él, liberándose de sus brazos para darse la vuelta-. Soy yo quien te ha hecho daño. Yo quien, como un estúpido, rechacé el regalo de un niño, el regalo de tu persona. No tienes nada que reprocharte.
-¿No? -negó con la cabeza y le puso la mano sobre la boca cuando él la abrió para hablar-. Por favor. Déjame hablar.
Él le besó la palma de la mano con una suave caricia y asintió. Ella bajó la mano y se alejó unos pasos, su mirada clavada en las pupilas verdes.
-Quiero a mi madre, pero ella siempre dio su cariño basándose en mi conducta como hija -hizo una inspiración y lanzó el aire lentamente-. Aprendí de pequeña que el amor era condicionado, que tenía límites y que hacía sufrir.
Él asintió como si comprendiese, y, teniendo en cuenta su infancia, ella no dudó que así fuese.
-Así que cuando me enamoré de ti, le puse límites a aquel amor, condiciones que no tenías posibilidad de cumplir. No te dije la verdad porque tenía miedo. Jamás había imaginado que tendría a un hombre como tú -volvió a inspirar, intentando controlar sus emociones-. Me sorprendió que quisieses a Isabella Dwyer. Estaba segura de que no querrías a Bella Swan, educada en un colegio de monjas, de una familia conservadora que había perdido su fortuna. Lo oculté. Tengo que confesar que pensé que si no me entregaba totalmente a ti, me quedaría aquella parte de mí cuando te hubieses ido.
Al ver que él comenzaba a comprender, ella asintió con la cabeza.
-Tenías razón en París -prosiguió-. Sabía que nuestra relación acabaría, aunque no me diese cuenta de ello en aquel momento. Al mantener una parte de mi vida para mí solamente, me estaba preparando para poder seguir con ella cuando la otra acabase. Pero no funcionó, porque, como tú has dicho muchas veces, Isabella Dwyer y Bella Swan eran una misma persona y ambas sufrieron tu pérdida. No me bastó con dejar París.
-Ojalá te hubieses quedado. Te habría encontrado antes.
-No sabía que me buscabas -dijo ella con una mueca.
-Lo sé -dijo él, y sus ojos reflejaron una pena devastadora-. Fue culpa mía.
Ella no lo negó. Ambos compartían la culpa de la desastrosa ruptura en París.
-Debí decirte dónde iba en mis viajes. Fue más fácil para ti desconfiar de mí cuando te dije lo del bebé, era comprensible que al principio pensases que podría haber tenido un amante.
-¡No, no lo era! -exclamó él-. Permití que el comportamiento de mi madre influyera en ello. No tenía motivos para dudar de ti, que eras generosa conmigo cuando hacíamos el amor, entregada. Lo sabía, pero temía obsesionarme tanto como mi padre. El sentimiento que sentía por ti me hacía vulnerable, algo que no podía aceptar. Por eso me comporté como un bastardo, tal como dijiste.
-No -dijo ella, ahogada por las lágrimas.
-Sí. Mi única justificación es que estaba obnubilado, confuso. La preocupación por mi abuelo y la frustración por la promesa que le había hecho me impedían pensar. Lo peor era la desesperación que sentía al pensar en que te perdería. Me horrorizaba y el miedo me hace actuar. La arremetí contra ti y te perdí.
-Te esperé una semana -dijo ella para que él supiese que lo amaba lo bastante como para quedarse aunque él la hubiese echado-. No quería marcharme hasta ver el anuncio de tu compromiso con Rosalie.
-¡Lo sabía! -dijo él, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, la mandíbula tensa-. Cuando dejé que mi abuelo publicase el anuncio, me di cuenta que todo estaba mal, que necesitaba recuperarte.
-Lo siento -susurró ella.
-No te pude encontrar. Soñaba que te perdía para siempre -dijo él y su frente se cubrió de sudor al recordarlo-. Pensé que me moría -la estrechó contra su pecho-. Lo siento, lo siento -la besó con pasión.
Sus palabras, dichas con tanta sinceridad, curaron las profundas heridas del corazón de ella.
-Bella Cullen, eres mi tesoro, y te amaré toda la vida.
-Dilo otra vez -dijo ella, tragando las lágrimas.
-Te amo -dijo él, enmarcándole el rostro con las manos-. Tanto si eres Isabella Dwyer, la profesional independiente; la garita Bella Swan o quienquiera que desees ser. Eres la esposa de mi corazón.
-Demuéstramelo, Edward.
Y él se lo demostró allí mismo, con todo el erotismo, la belleza y la profundidad de su amor. Luego la llevó en brazos a su cama y se lo volvió a demostrar hasta que ella se durmió en sus brazos.
Edward había convencido a Bella de que se volviese a poner el delicado camisón de la noche anterior. Se hallaba hecha un ovillo en el regazo de él. El sol naciente iluminaba la terraza privada donde se sentaban ambos.
-Espera un momento, que quiero mostrarte algo -dijo ella, saltando de su regazo para entrar corriendo al dormitorio.
Revolvió el cajón de Edward hasta encontrar el tubito blanco del test de embarazo y volvió a salir. No pudo evitar sonreír al ver la imagen de él vestido solamente con un par de calzoncillos de seda negra. Ella estaba más cubierta que él, pero su atuendo transparente era mucho menos modesto y los ojos de él brillaron apreciativos al verla acercarse.
Bella se arrodilló a su lado.
-Estoy embarazada, Edward -le dijo, mostrándole la prueba de sus palabras.
-Me estás dando una nueva oportunidad -dijo él, comprendiendo.
-El amor puede borrar los errores del pasado. Te quiero, mon cher.
-Yo también, Bella, no me abandones nunca.
-Nunca -prometió ella con fervor.
Él se inclinó y la besó con dulzura antes de volver a sentársela en el regazo.
-Sigo teniendo pena por tu abuelo, ¡qué terrible, tener otro ataque después de leer todas aquellas barbaridades en la prensa amarilla…!
-No fueron aquellos artículos los que le provocaron el segundo ataque -dijo él, mirándola a los ojos. En los suyos se reflejó un instante la culpabilidad-. Fui yo. Le dije a mi abuelo que no podía casarme con Rosalie.
-Porque yo estaba embarazada.
Edward negó con la cabeza.
-Porque te amo. Tuvo el ataque al comenzar a gritarme que era un imbécil cuando reconocí que te había echado del piso y que no te podía encontrar.
-¿Ya sabías que no te casarías con Rosalie antes de que saliesen las fotos en los periódicos? -preguntó, sorprendida.
-Lo supe el día que me dijiste que estabas embarazada, pero estaba tan ofuscado por los celos, la responsabilidad hacia mi abuelo y el odio a mí mismo por hacerte aquello, que perdí el control. Creo que no me recuperé hasta reencontrarte en casa de tu hermana.
-No sé, aquel día estabas bastante alterado.
-¡Me dijo que habías muerto! ¿Te imaginas cómo me sentía?
Comenzó a comprender. Si la quería, y ahora sabía que sí, aquella noticia habría sido terrible para él.
-Lo siento, Edward -le dijo, dándole un beso, deseando mitigar su dolor.
-No sé si alguna vez me podré perdonar lo que te hice -dijo él, tras besarla con una pasión que la dejó sin aliento.
-Por favor -dijo ella, sonriente, con los ojos arrasados en lágrimas-, tienes que hacerlo. No quiero pasar el resto de mi vida mirando hacia atrás. ¡Mi presente es maravilloso ahora que sé que me quieres!
-Vi al paparazzi en la puerta del restaurante de Nueva York y no hice nada -dijo, con el aire de alguien que tiene que confesar todo-. Sé que estuve mal, pero estaba desesperado. ¿Estás enfadada? -le preguntó.
-No. Me siento halagada de que recurrieses a cualquier medio para conquistarme -le dijo, con desfachatez. El bebé se movió y ambos rieron. Frotó el pie que sobresalía de su tensa piel-. Está de acuerdo -dijo, feliz.
Edward se movió bajo ella y Bella sintió otro miembro que sobresalía, pero éste no era infantil en absoluto.
-Estás muy sexy con ese camisón. Más hermosa que cuando te lo compré, porque ahora eres mía y sé que lo eres.
-Para el resto de mi vida -afirmó ella.
Y luego se dispuso a demostrarle el tipo de amor que pensaba darle para siempre: un amor apasionado, incondicional, ilimitado.
Edward se hallaba en la puerta del cuarto de los niños de la Mansión Swan viendo cómo su mujer ponía a dormir al bebé. El pequeño Anthony, de nueve meses, había disfrutado de las emociones de la Navidad y a Bella le había costado trabajo desprenderlo de los cariñosos brazos de su abuela.
Renee estaba en su elemento: había organizado la celebración de las Navidades para su familia y la de Edward en su casa de Nueva Orleans.
Bella se lo había pedido a Edward y él le había concedido el deseo, feliz de que ella estuviese feliz, porque ya se había dado cuenta de la diferencia entre su amor y la obsesión de su padre por su madre. Bella sólo quería lo mejor para él y aquello era una sensación embriagadora.
Cuando ella vio que todo estaba bien, se dio la vuelta para marcharse. Le sonrió con el rostro lleno de amor. Era una expresión que él nunca volvería a dar por sentada.
-Se ha quedado dormido, por fin.
Edward le pasó el brazo por los hombros y la llevó hacia el dormitorio contiguo.
-Tengo algo para ti.
-¡Pero ya me has dado una montaña de regalos!
-Feliz Navidad, agapi mou -dijo él, sacando un pequeño paquete rojo con un lazo dorado del bolsillo.
Con una sonrisa, ella abrió con cuidado el papel que envolvía la caja de la joya.
Sus dedos temblaron un instante cuando la abrió.
Él sacó la pulsera de la caja y se la puso.
-¿Te encuentras bien? -le preguntó, al ver que ella lloraba.
-¿Es la misma pulsera?
-Sí.
-Si hubiese abierto esta caja, nunca me habría marchado de París. Habrías tenido que sacarme con una grúa del apartamento.
Edward lanzó un suspiro de alivio. Ella comprendía. Por fin habían aclarado la última cuestión que les quedaba por resolver.
El brazalete refulgía en la muñeca de ella, los corazones entrelazados engastados en diamantes reflejando la luz. Aquél no era un regalo de despedida de un hombre a su amante, ni siquiera un regalo que un amante le haría a otro para demostrarle cariño, no. La pulsera hablaba de una emoción más profunda, imposible para él de expresar con palabras en aquel momento, pero ella comprendió.
-Me amabas entonces.
-Te amé desde el momento en que fuiste mía. Sonreías dulcemente, sin recriminarme por robarte tu inocencia.
-Me costó trabajo darme cuenta de que amabas, ¿verdad?
-A mí también, pero nunca lo olvidaré -prometió.
-Y tú siempre cumples tus promesas -dijo ella, bromeando-, pregúntale a tu abuelo.
-Te amo, agapi mou.
Ella aceptó sus palabras sin reproches.
-Te amo, mon cher.
-Siempre -dijo él, tomándola en sus brazos.

-Siempre -dijo ella, abrazándolo como si nunca lo volviese a soltar, y él supo que no lo haría.

Fin.

*Brigitteluna: por desgracia muchas veces el amor es muy complicado.
* Nena 14: que bueno que sea de tu agrado, espero que te haya gustado el final y te agrade la siguiente adaptación.
* Tata xoxo: cielo que te pareció que al final ambos decidieran ser completamente honestos con el otro logrando que al final el amor triunfara.
* Paola Montavo: no soy mala, en eso se quedo el capitulo, pero aquí ya esta el final para tu deleite.
* Melania: bueno creo que ambos aceptaron sus errores y es que por desgracia uno dice cosas sin querer cuando esta dolido o enojado.
*Anonimo: espero que te haya gustado el final.

Antes que nada se, que no acostumbro a responder por acá sus mensajes pero no crean que no les tomo en cuenta, así que creo que por este medio les contestare.
Como lo prometido es deuda ya tengo en mente la nueva adaptación y espero que sea de su agrado, es un tanto diferente a lo que he venido manejando, pero es una buena historia.
Les dejo el summary esperando contar con su apoyo:


Disclaimer: Los personajes no me pertenecen son de S. Meyer y la historia es de Michelle Ried yo solo la adapte para su disfrute.

Un marido infiel
Bella y Edward tenían tres hijos y formaban un sólido matrimonio, o al menos eso era lo que Bella pensaba, Pero su feliz existencia se hizo añicos cuando supo que Edward tenía una aventura. 
Entonces se dio cuenta de que, a lo largo de los años, sus vidas se habían separado cada vez más, quería salvar su matrimonio, pero tal vez fuera ya demasiado tarde. 
Si Edward había llevado su infidelidad hasta sus últimas consecuencias, ¿podría perdonarlo alguna vez?

Espero sus comentarios, ¿también me gustaría saber si gustan que siga notificando de las actualizaciones del blog en FF o revisan el blog cada fin de semana?

8 comentarios:

  1. Un gran final me ha gustado mucho esta historia

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  2. Me encanto el final!!!! Como dices, por fin se mostraron como son y dejaron de lado los errores cometidos...
    Además, me dejas antojada con esa nueva historia!!!
    Besos gigantes!!!
    XOXO

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  3. Si por favor pública los mensajes en ff

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  4. Me a encantado y espero la nueva historia con ansias

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  5. Un lindo final para esta historia.. Y la nueva es prometedora

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  6. Que buen final, me encanto, asi deberian terminar todos jaja, muchas gracias!!!!
    Y sobre la nueva historia se ve diferente y prometedora, espero pronto la empieces

    Saludos y un abrazo :)

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  7. Me encantó la historia, me encantó el final.
    Te leía en FF y ahora te seguiré leyendo aquí.
    Besos :*

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  8. Me encanto el final,siempre en un matrimonio deve haber confianza y mucho dialogo para que triunfe el amor,bueno saludos y te leo.

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