CAPÍTULO 12
¿La compra de Harvey's?
Bella siempre había pensado que
había sido Edward el que proponía comprar aquella empresa, y no al revés.
Edward asintió, sin saber que Bella
estaba asombrada con la nueva visión de los hechos.
-
Fue amarga y muy dura -dijo- Y
tuve que asumir riesgos que me hacer temblar cuando pienso en ellos, ahora que
terminó todo hace tiempo. En otros periodos difíciles, siempre te tuve a ti
para encontrar alivio, pero estabas ocupada con Anthony y con el sarampión de
los mellizos. Sé que suena muy egoísta, pero los envidiaba porque ellos
obtenían tus cuidados y yo no. ¡Te necesitaba, Bella, pero no podías ayudarme! Y,
que Dios me perdone, Tanya sí podía -dijo y suspiró con angustia- Con la
brillante ayuda de Tanya, gané la batalla de Harvey's. Pero sabe Dios por qué
razón, me sentí tan aliviado que perdí el control y caí en sus brazos.
-
¿Cuánto tiempo?
Edward la miró con asombro.
-
¿Cuánto tiempo qué?
-
¿Cuánto tiempo fuisteis amantes?
Edward sacudió la cabeza con una
extraña expresión.
-
Nunca lo fue, al menos, no en el
sentido en que tú lo dices. He intentado decírtelo alguna vez, pero te negabas
a escucharme… Dios sabe que no te culpo. Al fin y al cabo, te he sido infiel en
todo menos en hacer el amor. Salía con Tanya en lugar de volver a casa. La
invitaba a cenar, a bailar…
-
Rose me dijo que te había visto
saliendo de su apartamento -dijo Bella con voz grave.
Edward asintió.
-
Después de la batalla con
Harvey's me volví un poco loco -dijo sin poder ocultar cierto desprecio por sí
mismo-. Me quedé sentado aquí bebiendo hasta que no pude volver a casa
conduciendo. Tanya me recogió y me llevó a su apartamento hasta que estuve
sobrio. ¡Oh! -añadió con una sonrisa cínica-, no me entiendas mal. Ella sabía
lo que estaba haciendo y yo sabía lo que se proponía, pero… no pude. No eras tú
y, borracho o no, la idea de acariciarla me ponía enfermo. Debió darse cuenta,
porque salió de la habitación. Yo me quedé dormido y no me desperté hasta la
mañana siguiente. No tengo ni idea de dónde durmió ella aquella noche, pero
entró en la habitación mientras yo trataba de recordar lo que había ocurrido,
horrorizado por mi comportamiento incluso antes de que me dijera que no me
había portado mal para haber bebido tanto.
Se detuvo para tragar saliva y Bella
se puso muy pálida.
-
Dejó que me atormentara durante
meses antes de decirme la verdad. Fue su forma de vengarse de mí por quitarle
la representación de mi empresa y dársela a uno de sus socios. La noche que
habló contigo no fue más que un intento de vengarse de mí.
Cuando la llamé, le dije que iba
a retirar mis negocios de su esfera. Estoy hablando de mucho dinero, Bella, de
una cuenta muy lucrativa. Que la firma perdiera la representación de mis
negocios completamente no iba a sentar muy bien a sus socios, que la temen,
sobre todo, porque se puede ir de la lengua. Los insultos que cruzamos son tan
viles que no quiero repetirlos, pero me dijo que no la había tocado nunca, lo
que me hizo sentirme mucho mejor. Me dijo las peores cosas que se le pueden
decir a un hombre, pero a mí me sonaron a música celestial, porque me di cuenta
de que estaba diciendo la verdad cuando decía que no la había tocado.
-
Y esa es la verdad desnuda… -dijo
mirando a Bella a los ojos- Espero que la creas, pero no te culparé si no
quieres hacerlo.
Bella agachó la cabeza, mirándose
las manos que tenía apoyadas sobre el regazo. Quería creerlo, necesitaba
creerlo, pero…
-
Puedes quedarte con todo mi
dinero y todo mi poder -dijo Edward con voz grave-, a cambio de tu perdón.
-
Ya tienes mi perdón -le dijo Bella
con irritación, pero las dudas no la abandonaban.
-
Entonces ¿qué más quieres que
diga? -dijo Edward con frustración- ¡No puedo obligarte a que lo olvides! ¡Sólo
tú puedes hacerlo!
Bella perdió la paciencia y se
levantó. Le ponía furiosa que Edward descargara en ella los problemas de su
matrimonio. Había revelado mucho de sí mismo, pero aquel hecho no la ayudaba.
Tal vez aquel fuera su problema.
Ella, como Edward, siempre había ocultado una parte de sí misma. Sus sueños,
tal como él los había llamado. Pero, ¿cómo iba él a saber que su sueño era ser
su esposa y la madre de sus hijos, si ella no se lo había dicho nunca?
¿Podría decírselo en aquellos
momentos? Con toda la tristeza y el dolor que había llevado a sus espaldas en
los últimos meses, ¿podría ser tan sincera con él como él lo había sido con
ella? ¿Podría serlo con el fin de salvar su matrimonio?
El silencio era espeso. Entonces,
al verlos colgados sobre la pared, detrás de donde Edward se encontraba, le dio
un vuelco el corazón…
Emmett, Nessie, Anthony y ella.
Sus propios dibujos enmarcados y colgados en el despacho de Edward.
-
Los robé -dijo poniéndose en pie
mientras Bella se acercaba a ellos.
-
Quería verlos cada vez que lo
necesitaba… ¿Te molesta?
Bella se sorprendió de no
haberlos echado de menos. Entonces, recordó el desorden que reinaba en su casa
con los preparativos de la mudanza y sonrió.
-
Has quitado las rayas -advirtió
observando su retrato y sintiéndose un poco expuesta por lo mucho que revelaba
de sí misma- Yo no soy así -dijo a pesar de lo que sus ojos le decían.
-
Sí lo eres -dijo Edward con un
orgullo que no le pasó desapercibido a Bella-. Es una galería familiar.
-
Pero faltas tú.
-
Sí -dijo Edward, y la sonrisa
desapareció de su semblante-. ¿Por qué Bella? ¿Por qué no había un retrato mío
en ninguno de tus cuadernos?
¿Los había hojeado todos? Vaciló
un momento y luego, le dijo la verdad, era la hora de la verdad.
-
Todos me quieren -le dijo mirando
los retratos de sus tres hijos- Yo creía que tú ya no me querías. Traté de
dibujarte -añadió-, pero no lograba recordar tus rasgos, así que lo dejé.
-
¿Los ha visto Black?
-
¿Qué? -la hosquedad de su voz la
sorprendió y tuvo que pensar por un momento antes de recordar quién era Black-.
Oh!, no. Nadie los había visto.
-
¿Fue muy serio lo que ocurrió
entre vosotros?
-
En absoluto.
-
Lo besaste. Os vi.
-
¿Un beso apresurado en un coche?
-dijo Bella burlándose de los celos de Edward-. No fue nada, nada en absoluto.
Pero Edward no se convenció y la
agarró por los hombros. Bella suspiró. Edward lo había hecho de nuevo, había
descargado las culpas sobre ella de modo que tenía que defenderse de algo que
ni siquiera había hecho. Sonrió al pensar en lo absurdo que era todo.
-
Vuelves a parecerte a ese diablo
-dijo-. Ya sabes, el que se ducha con fuego.
-
Voy a besarte -gruñó Edward.
-
¿Qué? ¿Aquí en tu despacho? Te
equivocas de escenario, cariño, yo pertenezco a tu otro mundo, ¿recuerdas?
Edward la besó apasionadamente,
hasta que Bella se rindió entre sus brazos. La besó hasta que ella le echó los
brazos al cuello y le acarició la nuca, hasta que sus lenguas se entrelazaron.
Los pezones de Bella se erizaron, al tiempo que sentía la urgencia del deseo de
Edward contra el vientre.
-
Te quiero, Bella-susurró Edward.
-
Lo sé -dijo Bella besándole
suavemente en el cuello-. Creo que puedo creerte otra vez.
Edward suspiró con alivió y
volvió a besarla, esta vez dulcemente.
Uno de los teléfonos empezó a
sonar. Edward lo miró con un brillo de ira en la mirada. Luego agarró a Bella y
la llevó hasta su mesa.
-
No te muevas -dijo separándose un
poco de ella para alcanzar el teléfono.
Fue increíble cómo pasó de ser un
amante apasionado a ser un frío hombre de negocios, pensó Bella mientras miraba
a Edward aunque sin oír nada de lo que decía.
Parecía más delgado, con los
rasgos más duros, como si se hubieran alterado para corresponderse con el
hombre que era en aquellos momentos. Su mirada era fría, a pesar de que dejaba
de mirarla, y tenía los labios apretados, perdiendo toda la sensualidad que
tenían al besarla.
Bella sonrió y Edward frunció el
ceño al verla, sin distraer la atención de la conversación que estaba
manteniendo. Un diablillo en el interior de Bella hizo que le dieran ganas de
hacer cosquillas sobre la armadura de aquel magnate de las finanzas y le
acarició un muslo.
Edward casi se atragantó. Agarró
la mano de Bella para detenerla, un brillo cruzó por sus ojos y le tembló la
voz. Bella se rió.
-
Te llamaré más tarde -gruñó Edward
y colgó-. ¡Era un cliente muy importante! ¡Lo has hecho a propósito! -la acusó
atrayéndola hacia sí.
-
Te quiero, Edward-le dijo
suavemente.
Edward se puso pálido y tragó
saliva.
-
Dilo otra vez.
Bella lo besó en la boca con
ternura.
-
Te quiero -repitió, dándose
cuenta de lo fácil que le resultaba decirlo después de haberlo dicho una vez.
Edward respiró profundamente,
casi como si estuviera oliendo el aroma de aquellas palabras.
-
Echaba de menos que me lo dijeras
-dijo, y volvió a respirar profundamente- He echado de menos la luz de tu cara
cuando me lo dices -dijo acariciándole la mejilla.
-
Te quise cuando era una niña de
diecisiete años -le dijo Bella con dulzura- Y, desde entonces, nunca he dejado
de amarte. Sólo que, a veces, me olvidaba.
-
Y ocultaste tus sentimientos,
convirtiendo las noches en un infierno -dijo Edward con un profundo suspiro-
Todas esas noches silenciosas y oscuras. Eran como un castigo.
-
Vámonos a casa -murmuró Bella que
deseaba abrazarlo desnudo en la luz de su dormitorio- ¿No nos podemos ir?
-
¡Claro que podemos! -dijo Edward
levantándose de la mesa- Soy el jefe, esto es mío.
-
Mmm, ya me había olvidado de que
eres multimillonario -dijo Bella, mirándolo reflexivamente- Eso significa que,
si nos divorciamos, la mitad de tus propiedades son mías. Me pregunto si
merecerá la pena…
Edward la agarró por los hombros
y la condujo hacia la puerta.
-
Vámonos a casa. A la nueva. Le
dejaremos los niños al ama de llaves e inauguraremos una de las habitaciones,
así podré enseñarte la más valiosa de mis propiedades.
-
Parece interesante -musitó Bella.
-
Será algo más que eso.
-
Estoy en una condición muy
delicada, ya lo sabes.
-
Lo que no ha supuesto ningún
problema hasta ahora. De hecho, te recuerdo que sueles ser más sensible cuando
estás así.
En aquel momento, se abrió la
puerta del despacho y los niños entraron corriendo.
Edward agarró a Anthony, que
estaba muerto de sueño.
El niño apoyó la cabeza en el
hombro de su padre, y Bella no pudo evitar una sonrisa al ver la escena.
Bajaron en ascensor y se
dirigieron al aparcamiento.
Edward llevaba a Anthony en un
brazo y con el otro rodeaba los hombros de Bella. Emmett se había convertido en
un piloto de caza que amenazaba con atacarlos según avanzaban y Nessie iba
agarrada con fuerza de la mano de su madre.
-
Nunca volveré a hacerlo, mamá -le
había dicho hacía unos instantes. Y Bella sabía que cumpliría su promesa.
Era un día soleado y la mitad de
los empleados de Cullen Holdings estaban asomados a las ventanas para ver a la
familia del dueño de la empresa.
-
No puedo creerlo -dijo un hombre-
Sabía que estaba casado, ¡pero cuatro hijos!
-
Llevo años trabajando para él
-puntualizó otro- Y no sabía que estaba casado. Siempre ha sido demasiado duro,
no sé cómo una criatura como ésa puede haberse casado con un hombre así.
-
Ahora no parece tan duro -señaló
el primero-. Al revés, tiene un aspecto muy amable. Puede que en su casa sea diferente.
-
Puede que ella no sea tan dulce
como parece -dijo el segundo-. Después de todo, si tienen cuatro hijos,
significa que…
-
¿Y mi coche? -preguntó Bella.
-
Haré que lo lleven esta tarde.
-
No mientras tenga las llaves aquí
mismo –dijo Bella con un aplomo muy femenino.
Edward murmuró algo entre
dientes, cambió al pequeño Anthony por las llaves del coche de Bella, y después
de abrir el coche les dijo a los mellizos que se metieran en el asiento de
atrás. Abrió la puerta del acompañante y ayudó a Bella a entrar.
Los empleados que miraban desde
las ventanas, lo vieron volver al edificio y aparecer al cabo de unos segundos
con Archer, del departamento de ventas, el joven que había acompañado a Bella
hasta su despacho.
Edward le dio las llaves y señaló
el coche blanco.
Edward montó en el BMW y, un
momento después, salió para abrir la puerta de atrás. Los niños salieron a toda
velocidad y él fue a abrir la puerta del acompañante.
Recogió a Anthony y todos juntos
se dirigieron hacia el Escort. Edward cruzó unas palabras con Archer y se
intercambiaron las llaves. La razón del cambio de coche quedó clara cuando
sentaron a Anthony en su sillita. Archer se dirigía al BMW cuando
Nessie lo detuvo. La niña miró a
su padre, que a su vez miró a Archer, quien se encogió de hombros, sonrió y la
agarró de la mano. Los dos se dirigieron al BMW y los demás al Escort.
-
Santo Dios -dijo alguien- ¡Lo
tienen en el bote! Me pregunto cómo lo hacen.
Saberlo puede valer una fortuna.
-
Ojos cafés, pelo castaño y un
cuerpo delicioso, aunque esté embarazada, ésa es la fórmula.
-
Yo creía que tenía una aventura
con Tanya Denalí -murmuró otro.
-
¡Tanya Denalí!
-
Perdón. Es verdad, es una idea
muy estúpida.
-
Qué niños tan guapos -dijo
alguien.
-
Qué mujer tan guapa -dijo otro.
-
-Qué coche tan bonito -dijo
riendo el siguiente.
-
¿Su casa es bonita?
-
Su negocio es bonito -dijo algún
bromista.
-
Bonito panorama. Venga, todos a
trabajar -gritó un jefe.
-
Recuérdame que compre una sillita
para mi coche -dijo Edward.
-
¿Qué? ¿Y echar a perder tu imagen
de despiadado hombre de negocios?
-
¿Qué imagen de despiadado hombre
de negocios? ¿Te has molestado en mirar a las ventanas del edificio?
-
No, ¿por qué? -dijo Bella,
volviéndose a mirar en aquellos instantes y observando a los curiosos- ¿Te van
a gastar bromas sobre nosotros?
-
En mi cara, no, si tienen un
mínimo instinto de supervivencia. Aunque sabe Dios lo que dirán a mis espaldas.
-
No importa -dijo Bella, apoyando
una mano sobre la pierna de Edward-. Despiadado o no, todos te queremos.
-
Deja la mano donde está y dirán
que soy un maníaco sexual.
-
¿Qué es un maníaco sexual?
-preguntó Emmett. Bella profirió una risita y apartó la mano. Edward miró al
cielo y suspiro.
-
Cuando seas mayor, hijo -dijo- Te
lo explicaré cuando seas mayor.
-
¿Me lo vas a explicar a mí
también cuando sea mayor? -dijo Bella.
Edward le dirigió una ardiente
mirada.
-
Haré algo mejor que eso. Te haré
una demostración en cuanto estemos a solas.
-
Con la luz encendida, para que
pueda…
-
¡Bella! -exclamó Edward, cerrando
los ojos- No sabes cuánto deseo hacerlo.
-
Sí que lo sé -le dijo Bella, y su
mirada le dijo por qué.
La mirada de Edward se
ensombreció.
-
Sigue pensando lo que estás
pensando -dijo, y aceleró.
Hola Buenas noches aqui esta el ultimo capitulo de esta historia que les ha gustado tanto.
Bueno pues la ganadora de la votacion fue En el amor y el Dolor.
Comenzaremos con la nueva historia la proxima semana asi que esten al pendiente.
Besos Ana Lau